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Nº 46 Julio
Los profesionales escriben

Pensamiento crítico y creativo en investigación (Adaptado del libro “Psicología”, 7ª Edición de Carol Wade y Carol Tavris, 2003). Victoria Ramos Barbero. Departamento Ciencias de la Educación de la Universidad de Burgos

Imagen con paisaje de dos jirafasLa mayoría de nosotros sabemos que para mantenerse en forma hay que hacer ejercicio pero quizá no nos demos cuenta de que para pensar con claridad también hace falta esfuerzo y práctica.

En este escrito emplearemos el pensamiento crítico para ejercitarnos en discriminar entre ideas científicas y pseudociencia (ideas no científicas). El pensamiento crítico es la disposición y habilidad para evaluar las afirmaciones y suposiciones y llegar a un juicio objetivo sobre la base de razones y datos bien fundamentados, y no sobre la base de emociones o datos anecdóticos. Los pensadores críticos detectan las lagunas existentes en las argumentaciones y rechazan las afirmaciones sin apoyo. Pero el pensamiento crítico no sólo detecta las carencias de nuestras afirmaciones sino que también incluye la creatividad y la habilidad para encontrar explicaciones alternativas a los acontecimientos, buscar las implicaciones de los resultados de la investigación y aplicar conocimientos nuevos a los problemas personales, sociales, educativos y sanitarios.

Una mala interpretación muy extendida sobre lo que significa tener una mente abierta es pensar que todas las opiniones tienen el mismo valor y que cada cual puede tener sus creencias, ya que todas son igualmente válidas. Esto es cierto en el caso de las preferencias personales y por eso, si le gusta más el aspecto del Ford Taurus que el del Honda Accord, nadie puede llevarle la contraria. Pero si afirma que «el Ford es mejor coche que el Honda», ya no está simplemente exponiendo una opinión. En este caso tendrá que apoyar su creencia en los datos sobre fiabilidad, consumo o seguridad de los coches.

El pensamiento crítico no sólo es indispensable para la vida cotidiana, sino que es fundamental en todas las ciencias. Permite discriminar entre el blablá y la ciencia seria y ejercitar toda clase de habilidades importantes, entre ellas las de la lógica. A continuación presentamos ocho pautas esenciales para desarrollar el pensamiento crítico necesario para que la investigación sea científica:

Hacerse preguntas: disposición a cuestionar. «El mecanismo que desencadena el pensamiento creativo es la curiosidad, la disposición a cuestionar las cosas y a hacerse preguntas», afirmó Vincent Ruggiero (1988). «Preguntarse “¿Qué es lo que está mal?” o “¿Por qué son así las cosas?” o “¿Cómo se produjo esta situación?”» lleva a la identificación de los problemas y a los desafíos intelectuales.

Defina los términos. Una vez que haya encontrado una pregunta general, tendrá que formularla en términos concretos. « ¿Qué hace feliz a la gente?» es una pregunta adecuada para conversaciones de medianoche, pero no tendrá respuesta al menos hasta que no haya definido qué quiere decir «feliz»: ¿Estar en estado de euforia casi todo el tiempo?, ¿estar satisfecho y a gusto con la vida?, ¿o quizá la ausencia de dolor y de problemas graves?.

Los términos vagos o mal definidos de una pregunta conducen a respuestas incompletas o equivocadas.

Examinar la evidencia. Alguna vez habrá oído a alguien exclamar en el calor de una discusión: «Sé que es verdad, simplemente, digas lo que digas» o «Es mi opinión y nada más». O quizá usted haya hecho afirmaciones de este tipo. Aceptar una conclusión sin datos que la avalen o esperar que los demás lo hagan es un signo claro de pereza mental. Los pensadores críticos se preguntan, « ¿Qué datos apoyan o invalidan un argumento o el contrario? ¿Son fiables los datos?». Si no es posible comprobar directamente la fiabilidad de los datos, se considerará la fiabilidad de la fuente que los ha obtenido o divulgado.

Analizar las suposiciones y los sesgos. Las suposiciones son creencias que asumimos y cuya veracidad damos por hecho. Los pensadores críticos tratan de identificar las suposiciones no expresadas en las que se sustentan afirmaciones y argumentos. La suposición podría ser «Todos los políticos son corruptos», «Usted necesita el producto que nosotros vendemos», «El libre albedrío de las personas las hace enteramente responsables de cualquier delito que cometan», o lo contrario «La conducta de las personas es el resultado de su herencia genética y de su educación, de manera que no son responsables de nada de lo que hagan». Obviamente, todos hacemos suposiciones sobre cómo funciona la realidad, ya que si no fuera así, la convivencia no sería posible. Pero no hacer explícitas nuestras suposiciones y las de los demás perjudica nuestra capacidad para juzgar la validez de un argumento.

Evitar el razonamiento emocional. La emoción también tiene su lugar en el pensamiento crítico. El compromiso apasionado con un punto de vista motiva para pensar atrevidamente, defender ideas impopulares y buscar datos que apoyen teorías creativas. Pero cuando «los sentimientos viscerales» reemplazan al pensamiento lúcido, los resultados pueden ser peligrosos. Los sentimientos intensos sobre aspectos controvertidos nos impiden considerar puntos de vista alternativos. Para resolver las diferencias hay que alejarse del razonamiento emocional y sopesar los argumentos a favor y en contra.

No simplificar. El pensamiento crítico va más allá de lo obvio, se resiste a las generalizaciones y rechaza el pensamiento dicotómico. Una manifestación común de la sobresimplificación son los argumentos construidos a partir de anécdotas, en los que se generaliza a partir de una experiencia personal o de unos pocos ejemplos aislados de la totalidad: el delito cometido por una persona que está en libertad condicional se utiliza como argumento a favor de la supresión de la libertad condicional, una amiga detesta el colegio al que acudió y esto significa que todos los que acudieron a él también lo odian. Los hechos anecdóticos a menudo suelen ser también el origen de estereotipos.

Considerar las interpretaciones alternativas. El pensamiento crítico es creativo y genera tantas explicaciones alternativas razonables del asunto en cuestión como sea posible antes de optar por la más probable.

Tolerar la incertidumbre. En último término, aprender a pensar de manera crítica nos enseña una de las lecciones más difíciles de asimilar: cómo convivir con la incertidumbre. A veces no hay evidencia disponible que examinar, o si la hay, haciéndolo sólo se puede llegar a conclusiones tentativas. En otras ocasiones, la evidencia parece suficiente como para extraer conclusiones… hasta que aparecen nuevos datos que nos exasperan porque nos obligan a cuestionar de nuevo las creencias. Los pensadores críticos están dispuestos a aceptar este estado de incertidumbre y no les da miedo decir «No lo sé» o «No estoy segura». Admitir esto no es una evasiva sino un aliciente para seguir indagando con creatividad y con mayor profundidad.

Y para finalizar este documento manifestar que el pensamiento crítico es un proceso en desarrollo permanente y no un logro definitivo, nadie llega a ser un pensador perfecto completamente ajeno al razonamiento emocional y mágico. Todos tenemos una mentalidad menos abierta de lo que creemos y siempre es más fácil señalar las contradicciones en la argumentación de los demás que examinar críticamente nuestras posiciones.

Este conjunto de pautas son importantes para la investigación, para identificar los problemas sociales específicos de las enfermedades raras y para mejorar la atención integral de los pacientes. Los servicios sociales se enfrentan a retos cuando se trata de personas con Enfermedades Raras. Dependiendo del tipo de servicio y la situación vital de la persona, a menudo es necesaria la adaptación de los servicios disponibles. Para eso, se necesita información sobre la Enfermedad Rara, incluyendo las experiencias de las personas que han recibido tales servicios.

martes, 04 octubre 2022 13:28