Volver

Nº 1 Mayo
3 millones de voces

De mí… Alberto Meiro

De pequeño daba igual el tiempo que hiciera, llegaba el fin de semana y el monte nos esperaba. Y cuando la nieve lo cubría todo, aquel espacio tan común adquiría rango de territorio virgen dispuesto a ser conquistado; nos daba igual hundirnos hasta la rodilla con tal de tirarnos luego por aquella empinada ladera en un plástico o un sencillo trineo para sudar la gota gorda subiéndola de nuevo con tal de volver a sentir aquella sensación indescriptible.
Alberto! Hola Álvaro, ya estamos aquí…hoy se ve poco pero la nieve está perfecta.
Pasé mi juventud subiendo y bajando cimas con nieve o sin ella, poniendo a prueba cuerpo y mente; en mi club de montaña estábamos los treparriscos y los que también esquiaban en invierno; yo era de los primeros pero también me atraía eso de deslizarme por el manto blanco.
Venga, vamos a sacar los forfait, te monto en la silla, cogemos el remonte y arriba!.
Tras disfrutar aquel verano en Alpes y tocar el cielo, aunque terminando bastante cansado de tanto desnivel, pronuncié una frase que luego me ha hecho pensar: “Voy a dejar las botas durante una larga temporada”. Pero mi pasión era sincera y profunda, siempre me ha hecho pensar en nuevas aventuras y aquel mismo otoño me veía ascendiendo hacia la cumbre de aquel gélido y nevado dos mil cuando sentí aquellas extrañas agujetas, prólogo de lo que me tenía reservada la vida.
Ya llegamos…cógelo de ahí…vale, ya esta. Bueno, Alberto, ¿dispuesto? Ya lo creo, por fin, adelante!.
El desequilibrio, la dificultad para andar y los tropiezos fueron ganando terreno poco a poco; perder la paciencia, no aceptar la realidad, enfadarme conmigo mismo y con quienes compartían mi día a día fueron duras pruebas; nunca olvidaré aquel día en que salí a correr como lo hacía asiduamente y mis piernas dijeron que no…Inquietud, rabia, preguntas sin respuesta, gente que prometía soluciones sin saber de qué estábamos hablando…Años oscuros hasta mi diagnóstico, Adrenomieloneuropatía, curioso vocablo para un tipo curioso como yo, pensé.
Vamos a bajar por esta roja, ya verás…Una roja…genial!.
Un día vi mi luz particular y tomé la mejor decisión, no seguir alimentando la enfermedad, es decir, dejar de vivir en función de ella, de preocuparme por todo tipo de síntomas, buscar todo lo relativo a la misma en libros, en Internet, imaginarme en un futuro, estaba saturado y no me ayudaba a llevar todo el peso mejor.
¿Qué tal, Alberto? De puta madre, si es que parece que soy yo el que esquía…increíble…muchas gracias, Álvaro!.
Fui saliendo de mi cascarón, conociendo y compartiendo con maravillosas personas que sin duda se han cruzado en mi vida por una buena razón. He tenido el privilegio de conocer mucho mejor a mi familia durante toda esta especial travesía, hemos crecido juntos, hemos aprendido a aceptar la realidad pero sin rendirnos, buscando el mejor camino para que todo resulte lo más sencillo posible; sin duda, tantos años cultivando mi espíritu en la montaña se notan a la hora de no rendirme, de tener siempre un estímulo, de plantearme nuevos retos que dan total sentido a mi vida.
Y sobre todo, he comenzado a cultivar la flexibilidad conmigo mismo.
Las peores barreras son las mentales y por suerte, la positividad es mi aliada, cada vez soy más dueño de mi vida.

Fruto de todo esto es verme cumpliendo mi sueño de esquiar, soy feliz.

lunes, 17 octubre 2022 07:57